La clase estaba revolucionada, todo el mundo estaba
gritando, pero yo estaba ausente de ese mundo, su mirada me transportaba a un lugar
desconocido. El profesor entró dando
gritos, los alumnos se sentaron inmediatamente. Yo todavía seguía observando
sus ojos, hasta que el profesor me llamó la atención, el me dedicó una sonrisa
y desvió su mirada para el cuaderno.
Estábamos a Martes y solo habían pasado dos horas y estaba cansadísima,
por suerte tenía 15 minutos de libertad. Mis piernas siempre me llevaban directa a mi
rincón, pero esta vez se detuvieron frente a una muchacha con la cabeza entre
sus brazos, parecía que estaba llorando. Me senté a su lado, ella en un
principio no se inmutó.
-¿Estás bien?-Le pregunté mientras le daba un toquecito en
el hombro.
Ella levantó la cabeza lentamente, mientras se secaba los
ojos. Pude ver su cara triste y sin
vida, era Danna.
-Si estoy bien, no te preocupes-se levantó, tenía la intuición
de irse. La agarré por el brazo y ella se giró-Suéltame, por favor, quiero
estar sola.
-Está bien, pero antes escúchame. Que escapes del problema
no lo va a solucionar. Apenas nos conocemos, pero creo que te hará bien hablar
del problema-la solté del brazo y ella me miró derramando una lágrima- Ahora,
tú decides, me lo puedes contar o quedarte aferrada a él.
-No creo que te importe lo que me pasa, a nadie le importa-
me volvió a mirar, estaba decidida a irse, pero algo se lo impedía, tenía la
necesidad de hablar con alguien, pero no era lo suficientemente fuerte como para hacerlo.
La dejé ir, estaba en su derecho, solo nos conocíamos de la
clase de francés. Me había partido el
corazón verla llorar, parece una chica dan amable, que no debería haber
derramado esas lágrimas.
-Búu!-Gael, apareció repentinamente por detrás, tocándome por
los hombros. Yo me sobresalté-JAJA Te he asustado.
-Gael!-grité girándome bruscamente-No me vuelvas a hacer
esto.
-Lo siento, señorita-se había ganado un empujón por mi
parte- ¿Y esa cara, por qué no tiene un sonrisa?
-Mmm..No es nada-dije sonriendo- ¿Ves? Ya tengo mi sonrisa.
-Esa sonrisa es fingida, qué pasó-dijo, apartándome el pelo
de la cara y colocándomelo detrás de la oreja.
-Pues…Ha visto a una compañera de clase llorando.
-No te preocupes, seguro que eso no es nada, simplemente un
mal día.
-Lo sé, pero
aparentar ser tan amable y carismática,
que no merece derramar esas lágrimas.
-Shelly, tienes un corazón enorme y te preocupas por la
gente, pero no quiero que te pongas mal por sus problemas.
-Ya…¡Espera! ¿Cómo sabes
mi nombre?-sorprendida, pero contenta lo miré a los ojos.
-Me dijiste que si de verdad me importaba saberlo, lo
tendría que averiguar-dijo sonriendo.
-Entonces, realmente te importo…digo, te importa-dije
mientras notaba como mis mejillas se ruborizaban.
-Claro que me importas, sino no estaría ahora hablando
contigo.