domingo, 14 de octubre de 2012

Capitulo 4.


La clase estaba revolucionada, todo el mundo estaba gritando, pero yo estaba ausente de ese mundo, su  mirada me transportaba a un lugar desconocido.  El profesor entró dando gritos, los alumnos se sentaron inmediatamente. Yo todavía seguía observando sus ojos, hasta que el profesor me llamó la atención, el me dedicó una sonrisa y desvió su mirada para el cuaderno.

Estábamos a Martes y solo habían pasado dos horas y estaba cansadísima, por suerte tenía 15 minutos de libertad.  Mis piernas siempre me llevaban directa a mi rincón, pero esta vez se detuvieron frente a una muchacha con la cabeza entre sus brazos, parecía que estaba llorando. Me senté a su lado, ella en un principio no se inmutó.

-¿Estás bien?-Le pregunté mientras le daba un toquecito en el hombro.

Ella levantó la cabeza lentamente, mientras se secaba los ojos.  Pude ver su cara triste y sin vida, era Danna.

-Si estoy bien, no te preocupes-se levantó, tenía la intuición de irse. La agarré por el brazo y ella se giró-Suéltame, por favor, quiero estar sola.

-Está bien, pero antes escúchame. Que escapes del problema no lo va a solucionar. Apenas nos conocemos, pero creo que te hará bien hablar del problema-la solté del brazo y ella me miró derramando una lágrima- Ahora, tú decides, me lo puedes contar o quedarte aferrada a él.

-No creo que te importe lo que me pasa, a nadie le importa- me volvió a mirar, estaba decidida a irse, pero algo se lo impedía, tenía la necesidad de hablar con alguien, pero no era lo suficientemente  fuerte como para hacerlo.

La dejé ir, estaba en su derecho, solo nos conocíamos de la clase de francés.  Me había partido el corazón verla llorar, parece una chica dan amable, que no debería haber derramado esas lágrimas.

-Búu!-Gael, apareció repentinamente por detrás, tocándome por los hombros. Yo me sobresalté-JAJA Te he asustado.

-Gael!-grité girándome bruscamente-No me vuelvas a hacer esto.

-Lo siento, señorita-se había ganado un empujón por mi parte- ¿Y esa cara, por qué no tiene un sonrisa?

-Mmm..No es nada-dije sonriendo- ¿Ves? Ya tengo mi sonrisa.

-Esa sonrisa es fingida, qué pasó-dijo, apartándome el pelo de la cara y colocándomelo detrás de la oreja.

-Pues…Ha visto a una compañera de clase llorando.

-No te preocupes, seguro que eso no es nada, simplemente un mal día.

-Lo sé, pero  aparentar ser  tan amable y carismática, que no merece derramar esas lágrimas.

-Shelly, tienes un corazón enorme y te preocupas por la gente, pero no quiero que te pongas mal por sus problemas.

-Ya…¡Espera! ¿Cómo  sabes mi nombre?-sorprendida, pero contenta lo miré a los ojos.

-Me dijiste que si de verdad me importaba saberlo, lo tendría que averiguar-dijo sonriendo.

-Entonces, realmente te importo…digo, te importa-dije mientras notaba como mis mejillas se ruborizaban.

-Claro que me importas, sino no estaría ahora hablando contigo.

jueves, 4 de octubre de 2012

Capitulo 3~

Llegué a casa, subí a mi habitación. Tenía la necesidad de hablar con mi mejor amiga, Amy. Cogí el portátil y empecé a escribirle un e-mail:

“ Hoooolaaaa J ¿Qué tal?  Yo estoy bien, pero te hecho tanto de menos, no tengo a quien darle un achuchón todos los días por la mañana.
¿Te acuerdas del sueño que te conté, que tenía todos los días? Pues, creo  que está en el instituto, no estoy muy segura, pero cuando veo sus ojos verdosos, tengo la sensación de que lo conocía de antes. Es todo un lío, un lío de sentimiento. Por otra parte conocía a un chico majísimo.
Hasta pronto,
Te Quiero Mucho.”

Estábamos en invierno, llovía con intensidad. Me acerqué a la venta, observé como las gotas de lluvia resbalaban por mi ventana. Me puse los auriculares y desconecté de ese mundo. Me estaba refugiando en mis canciones, nadie las conocía, solo yo. Me pase horas escuchando música. Ya era de noche, y aun tenía los deberes sin hacer. Mi madre me llamó para cenar. Observaba la comida mientras jugueteaba con ella, no tenía hambre.

“Me había sentado muy mal lo que me había hecho. Aceleré el paso, no quería que me alcanzara. Miré hacia atrás, no estaba, se había ido. Me giré bruscamente, y ahí estaba el, delante de mí. Me agarro por los hombros.
-Shelly, escúchame. Lo que menos quiero en esta vida es hacerte daño, pero no lo puedo evitar. Si sigues a mi lado, te haré mucho daño y te arrancaran de mis brazos.
-¿Qué no quieres hacerme daño?  Yo creo que ya es algo tarde-dije mientras  le apartaba sus manos de mis hombros, él se apartó y yo seguí mi camino.
-¡No lo entiendes!-gritó, pero ignoré sus palabras mientras las lágrimas de deslizaban por mi rostro. “

Sonó el despertador. De mis ojos asomaban unas lágrimas intentando salir. Me froté los ojos, no quería derramar esas lágrimas, aunque lo necesitase.  Me quedé acostada en la cama unos minutos más, sin dejar de pensar  ese sueño. ¿Había discutido con el chico de mi vida?

Mis tripas rugían, pero no quería comer nada. Me subí al bus y me senté al fondo, no había nadie y eso me encantaba. En el instituto, como siempre me marginaba junto a la pista de baloncesto. Y aunque parezca mentira, ya había gente jugando al fútbol a primera hora de la mañana. Me estaba muriendo de frío, no paraba de temblar.

-Hola chica sin nombre-dijo Gael con una sonrisa-Por lo que veo, he descubierto tu escondite

-Hola-intentando sacar una leve sonrisa-Si, este es mi escondite. Aquí me refugio cuando quiero desconectar del mundo.

-¿Qué te pasó? No me gusta tu cara…

-Nada…Simplemente no he dormido bien-estaba temblando, y Gael se había dado de cuenta .Se quitó la chaqueta y me la puso por los hombros- ¿Tú no tienes frío?

-No, tranquila estoy bien-se sentó a mi lado-Todavía no me has dicho como te llamas.
-Lo sé-dije con una leve sonrisa- Tendrás que averiguarlo.

-Que malas eres-dijo mientras me daba un empujoncito.

-Venga, vámonos a clase, que ya tocó la sirena-él se levantó rápidamente y me tendió la mano, lo observé unos segundos y acerqué mi mano, me la agarró y me ayudó a levantarme-Gracias.

Entramos en la clase de mate y le devolví la chaqueta. Al fondo, estaba sentado él, con sus ojos verdes. Me miró fijamente unos segundos, tenía la mirada tan penetrante y tan misteriosa, que me entró un escalofrío.