“ Hoooolaaaa J
¿Qué tal? Yo estoy bien, pero te hecho
tanto de menos, no tengo a quien darle un achuchón todos los días por la
mañana.
¿Te acuerdas del sueño que te conté, que tenía todos los
días? Pues, creo que está en el
instituto, no estoy muy segura, pero cuando veo sus ojos verdosos, tengo la
sensación de que lo conocía de antes. Es todo un lío, un lío de sentimiento.
Por otra parte conocía a un chico majísimo.
Hasta pronto,
Te Quiero Mucho.”
Estábamos en invierno, llovía con intensidad. Me acerqué a
la venta, observé como las gotas de lluvia resbalaban por mi ventana. Me puse
los auriculares y desconecté de ese mundo. Me estaba refugiando en mis
canciones, nadie las conocía, solo yo. Me pase horas escuchando música. Ya era
de noche, y aun tenía los deberes sin hacer. Mi madre me llamó para cenar. Observaba
la comida mientras jugueteaba con ella, no tenía hambre.
“Me había sentado muy
mal lo que me había hecho. Aceleré el paso, no quería que me alcanzara. Miré hacia
atrás, no estaba, se había ido. Me giré bruscamente, y ahí estaba el, delante
de mí. Me agarro por los hombros.
-Shelly, escúchame. Lo
que menos quiero en esta vida es hacerte daño, pero no lo puedo evitar. Si
sigues a mi lado, te haré mucho daño y te arrancaran de mis brazos.
-¿Qué no quieres
hacerme daño? Yo creo que ya es algo
tarde-dije mientras le apartaba sus
manos de mis hombros, él se apartó y yo seguí mi camino.
-¡No lo entiendes!-gritó,
pero ignoré sus palabras mientras las lágrimas de deslizaban por mi rostro. “
Sonó el despertador. De mis ojos asomaban unas lágrimas
intentando salir. Me froté los ojos, no quería derramar esas lágrimas, aunque
lo necesitase. Me quedé acostada en la
cama unos minutos más, sin dejar de pensar
ese sueño. ¿Había discutido con el chico de mi vida?
Mis tripas rugían, pero no quería comer nada. Me subí al bus
y me senté al fondo, no había nadie y eso me encantaba. En el instituto, como
siempre me marginaba junto a la pista de baloncesto. Y aunque parezca mentira,
ya había gente jugando al fútbol a primera hora de la mañana. Me estaba
muriendo de frío, no paraba de temblar.
-Hola chica sin nombre-dijo Gael con una sonrisa-Por lo que
veo, he descubierto tu escondite
-Hola-intentando sacar una leve sonrisa-Si, este es mi
escondite. Aquí me refugio cuando quiero desconectar del mundo.
-¿Qué te pasó? No me gusta tu cara…
-Nada…Simplemente no he dormido bien-estaba temblando, y
Gael se había dado de cuenta .Se quitó la chaqueta y me la puso por los
hombros- ¿Tú no tienes frío?
-No, tranquila estoy bien-se sentó a mi lado-Todavía no me
has dicho como te llamas.
-Lo sé-dije con una leve sonrisa- Tendrás que averiguarlo.
-Que malas eres-dijo mientras me daba un empujoncito.
-Venga, vámonos a clase, que ya tocó la sirena-él se levantó
rápidamente y me tendió la mano, lo observé unos segundos y acerqué mi mano, me
la agarró y me ayudó a levantarme-Gracias.
Entramos en la clase de mate y le devolví la chaqueta. Al
fondo, estaba sentado él, con sus ojos verdes. Me miró fijamente unos segundos,
tenía la mirada tan penetrante y tan misteriosa, que me entró un escalofrío.
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